(Una aportación desde la perspectiva de la psicología
analítica)
Este
martes 22 de diciembre, día de Marte y dios griego de la guerra, comenzará el
invierno astronómico en el 2015.
Estamos
en “el mes de la luna de los árboles chasqueantes”, con este poético nombre los indios Lacotas
nombran diciembre. Para quienes vivimos en una ciudad, las huellas de lo
natural son más sutiles. Tenemos los días
más cortos, los menos luminosos, la oscuridad y la noche predominan. Justo en
el momento del solsticio, cuando la altura máxima del sol al mediodía, durante
unos días permanece, (“solsticio”
significa "sol quieto"), en
la noche más larga del año, iniciándose el invierno, progresa su opuesto: ¡el avance
de la luz!.
En el hemisferio norte, lo natural ligado a
esta estación es el frío, el viento, la
escarcha, la nieve, lo oscuro y simbólicamente la muerte y la espera…tiempo de
aceptación, renovación y renacimiento. El invierno nos lleva al recogimiento,
“adentro de la casa”, en el doble sentido de la casa externa que nos acoge y la
casa interna como lugar de introspección. Es pues de forma natural un tiempo de
repliegue hacia lo interno. Nos recuerda el psiquiatra suizo C.G. Jung en su
libro Conflictos psíquicos del hombre actual que:“Las grandes renovaciones nunca vienen de arriba sino siempre de abajo,
al igual que los árboles nunca crecen desde el cielo hacia abajo, sino desde la
tierra, a pesar de que su semilla cayó un día de arriba”.
Bosque de hayas, Parque Natural de Monte Santiago.
Burgos.
Simbólicamente
el frío se vincula al anhelo de
soledad y elevación pues gracias al frío el aire se “espiritualiza”. En el aire
helado de las alturas se encuentra el silencio y la nieve, que como todo lo caído del cielo tiene un carácter numinoso
y participa del simbolismo de la altura y de la luz. El viento sería el aspecto activo del aire, considerado como el primer
elemento por su asimilación al hálito y al soplo creador divino.
Los
rituales festejando el solsticio de invierno son antiquísimos y los encontramos en todo tiempo y cultura.
Subyace la idea del envejecimiento del sol hasta morir y nacer un niño sol. Básicamente
su significado está ligado a la renovación/renacimiento, o a la inversión de
roles (esclavo/señor, discípulo/maestro) como ocurría en las celebradas fiestas
romanas en honor a Saturno, las Saturnalias.